Hablar sobre el Tonalismo Americano, es referirse a una forma de Arte que, sorprendentemente y tras dominar el panorama artístico estadounidense durante cuatro décadas, desapareció de la Historia y cayó en el olvido del público en general durante casi setenta años, desde finales de 1930 hasta entrado el siglo XXI.
Parece inexplicable que cerca de cincuenta de los mejores artistas de Estados Unidos fueran olvidados y su rastro perdido. Desde la Depresión hasta el nuevo milenio, el Tonalismo Americano fue borrado prácticamente de los textos de la Historia de Arte y de los catálogos de las exposiciones.
La mayoría de los artistas tonalistas, que habían tenido fama en su día, fueron olvidados y sus obras relegadas a los depósitos de los Museos.
¿En qué consistió el Tonalismo Americano?
A finales de la década de 1870 y principios de la de 1880 cientos de artistas estadounidenses que se habían formado en Europa, regresaban a su continente recién salidos de los estudios más prestigiosos de París, Londres o Munich, y de las colonias de arte estadounidenses de Bretaña. Todos ellos, junto con los artistas que se habían formado en Nueva York, se unieron para romper con el monopolio de la establecida Escuela del Río Hudson, y arrancaron un nuevo arte que consideraron como la primera manifestación artística auténticamente estadounidense. Un arte que combinaba la sofisticación europea con una genuina espiritualidad americana.
El Tonalismo Americano aunaba diferentes aspectos del arte, tanto históricos como contemporáneos. Al redescubrimiento de la envoltura atmosférica de Velazquez, con sus tonos oscuros y su síntesis pictórica, se le sumaban las formas de bordes suaves y ampliamente cepilladas del pintor inglés John Constable, así como la abstracción de William Turner. Muy presente también era la influencia del realismo pictórico de la Escuela francesa de Barbizón y los colores sutiles y las formas armoniosas de Whistler.
Todo ello dio como resultado unos paisajes profundamente conmovedores y expresivos, que evocaban el anhelo por los valores pasados de un mundo agrario que desaparecía bajo el imparable camino de la industrialización y el crecimiento urbano. Un arte que nunca fue estático sino que evolucionaba y cambiaba y en el que el eje central era la interdependencia entre el hombre y la Naturaleza.
Los paisajes Tonalistas abordaban temáticas un tanto melancólicas en las que el Otoño, atardeceres ó noctunos estaban muy presentes y en los que los horrores de la pasada Guerra Civil también formaban parte del repertorio. Todo ello con un estilo poético, sugerente y espiritual que resultaba profundamente atractivo.
El crítico contemporáneo Ralcy Husted, en 1916 hablando de los Tonalistas Americanos los definía así:
“Mejor que los devotos de cualquier otra escuela que conozca, el tonalista capta la risa de la luz resplandeciente y la transmuta en alegría pictórica; habla admirablemente la antigua lengua materna de la nube, el arbol, el estanque o la piedra; interpreta la primavera; es escriba del verano, paje de la majestad del Otoño, y sacerdote de todo el año. Con una paleta simple, y como por arte de magia, expresa amplitud, transparencia burlona, distancias misteriosas, la ilusión de la luminosidad en una palabra, el drama del aire, la luz y el color…”
Entre 1880 y 1915, los tonos oscuros y neutros, como el gris, verde oscuro, el marrón o el azul, a menudo dominaban las composiciones de artistas asociados con el Tonalismo Americano. A fines de la década de 1890, los críticos de arte estadounidenses comenzaron a usar el término “tonal” para describir estas obras, y de ahí derivo el nombre que les definió.
El uso de formas de bordes suaves para promover la sensación de ambigüedad y misterio del lugar (conocida como técnica del borde perdido en el siglo XIX) era un recurso muy utilizado, así como el intento de representar el “aire invisible” para recrear atmósferas sutiles que evocaran emociones.
No obstante, la incursión del arte Moderno en los ambientes norteamericanos a partir de la segunda década del siglo XX, el entusiasmo por las paletas de colores más vibrantes y las pinceladas más vigorosas, hicieron virar los gustos del Mercado Americano que ya no se sentía atraído por las obras etéreas de los artistas tonalistas. La Gran Depresión fue el golpe final a un estilo que ya nada tenía que ver con el momento vivido y desconectaba de las luchas que se vivían en aquel momento.
La gran mayoría de los artistas adscritos al movimiento fueron olvidados y sus obras vendidas por precios irrisorios. Museos e Instituciones, a partir de los años 50, descolgaron sus obras y quedaron olvidadas en sus almacenes.
Sólo unos pocos artistas como George Inness, Whistler, Albert Pinkham, Thomas Dewing, Albert Blakelock, William Merritt Chase y Diwght Tryon siguieron siendo valorados por los eruditos del Arte del Siglo XX. Tuvieron que pasar muchos años hasta que los estudiosos, galerías y museos recuperaran a esta generación de artistas estadounidenses y reconocieran su extraordinaria importancia y contribución a la historia del Arte Estadounidense.
Actualmente el movimiento de los Tonalistas Americanos ha resurgido y algunos artistas han retomado y reivindicado las pautas estéticas de aquellos grandes pintores. Podéis ver algunas de las propuestas actuales y muy interesantes en este enlace.
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