KAZUYUKI OHTSU, un Japón idílico

El arte japonés, es para muchos un mundo desconocido, un episodio de la Historia del Arte apenas conocido por Occidente y que se estudia de forma muy tangencial. Una ventana a la que pocos se asoman y en la que mucho hay por ver y admirar.

El grabado forma parte de la cultura artística de Oriente, y de forma muy especial de la tradición de Japón. Muchos han sido los artistas que han dado a conocer su obra a través de esta técnica y han sido celebrados tanto por su sabiduría en la ejecución como en la gran belleza de sus obras.

Entre los siglos XVII y el XX, el Ukiyo-e, o “estampas japonesas” (grabado realizado mediante la técnica de xilografía, es decir en bloques de madera) fueron el medio más común de expresión utilizado por los artistas y la manera más extendida de llegar a las masas. Este tipo de imágenes llegaron a mediados del siglo XIX a Europa fascinando a los artistas, y propiciando el conocimiento y expansión, a todos los niveles, de la cultura japonesa entre los artistas y el público en general.

A finales del siglo XIX e inicios del XX, en Japón empezarán a proliferar otras corrientes artísticas, que aunque basadas también en la técnica xilográfica, se inclinarán por técnicas más modernas y una forma de expresión más creativa, en la que el artista se implicará personalmente en todo el proceso creativo, desde el dibujo a la talla del bloque de madera, y el proceso final de impresión.

En definitiva, un cierto acercamiento a un arte en el que se unen Oriente y Occidente, adoptando aspectos como el arte popular, el expresionismo, el naturalismo, y la introducción de la perspectiva. Una forma de alejarse un tanto de la tradición del Ukiyo-e, sin dejar de rendir homenaje a los temas y tradiciones decididamente japoneses.

Esta nueva forma de reinterpretar el arte de Japón se denominó sosaku-hanga, y en ella el artista adquiría más relevancia y el grabado se convirtió en una clase de arte más elevado.

KAZUYUKI OHTSU

En esta nueva tendencia varios han sido los artistas que han destacado. Sin embargo hoy me detendré en KAZUYUKI OHTSU (Japón 1935).

Un artista nacido en una época muy convulsa para su país, donde el caos y la guerra le llevó desde muy pequeño a refugiarse en la lectura y adquirir amor por la palabra impresa. Su carácter introspectivo le condujo a crear un mundo interior que traspasó a sus obras y que les dotó de un aire idílico y unos paisajes de ensueño.

El decimotercer hijo de una familia de tejedores de seda, Ohtsu rompió con la tradición para estudiar el grabado en madera. A los dieciocho años dejó su hogar en la prefectura de Gunma para viajar unas cincuenta millas a Tokio, donde comenzó a trabajar en el Taller de impresión de Isamu Umehara. 

Cuatro años más tarde, fue invitado a convertirse en el asistente de Kiyoshi Saito (Japón 1907-1997), uno de los grandes artistas del movimiento vanguardista de sösaku hanga. Así comenzó una relación que continuaría durante casi cuatro décadas, una amistad y una relación de lealtad hacia el maestro, que resulta difícil de entender para una mentalidad occidental, en la que el alumno con el tiempo se independiza del maestro para seguir su camino artístico.

Poco a poco Kiyoshi Saito, viendo el gran talento de su alumno KAZUYUKI OHTSU, le impulsó y alentó para que siguiera su carrera en solitario y empezara a firmar con su nombre sus grabados.

Poco a poco sus obras empezaron a cobrar su estilo, desmarcándose de las de las del maestro. De sus obras nos habla Bob Hicks en la monografía que dedico a Ohtsu (“Kazuyuki Ohtsu” 2016) :

[Es] una idealización de colinas y montañas distantes, bosques de árboles, jardines amplios, pueblos donde la vida y el pensamiento son serenos. 
Este Japón es suave y armonioso, un lugar de naturaleza domesticado pero aún indiscutiblemente natural, que crece y prospera dentro de las formas y límites que Ohtsu, el artista, le ha proporcionado. 
Al igual que Giverny de Monet, el mundo de Ohtsu es un lugar para escapar, una reserva intelectual y emocional, un refugio de inspiración y reposición”.

Las obras de Ohtsu han sido celebradas y expuestas a lo largo de todo el mundo.