
“El artista del tatuaje” 1944
Norman Rockwell ha sido siempre, sin duda, uno de los artistas americanos más reproducidos y sin embargo no se le ha dado el merecido reconocimiento, quizá por considerarse la Ilustración un arte menor al estar relacionada con el ámbito comercial.
Pero lo cierto es que NORMAN ROCKWELL (Nueva York 1894 -1978) jamás pintó una sola obra cuya finalidad no fuera ser utilizada con fines ilustrativos, revistas, calendarios, anuncios ó postales fueron el marco en el que N.Rockwell se movió y ello jamás resto calidad a ninguna de sus obras, todas ellas, sin excepción, merecen un lugar en la galería de grandes artistas contemporáneos.
Probablemente, el haber vivido una infancia feliz fue la causa de que sus obras mostraran siempre una America sencilla y llena de felicidad, hecho que algunos de sus detractores le reprocharon.
La pasión por el dibujo que su padre compartía con él en la intimidad del hogar, cuando N.Rockwell fue niño y adolescente, y la gran repercusión que la Ilustración tenía en aquel momento en los medios de comunicación de Estados Unidos, hizo que Norman optase por esa rama de la profesión artística.
La gran cualidad para la observación de los detalles más sutiles de la realidad, la utilización de modelos reales muy vinculados a la clase media americana y su gran dominio del oficio, le llevaron a la fama en un tiempo record, alcanzando entre los años 1910 y 1920 una posición acomodada.

“Chico con cochecito de bebe” 1916
“Chico con cochecito de bebé”(1916), Ilustración para la portada del “Saturday Evening Post” (óleo sobre lienzo), fue la primera portada que N.Rockwell creó para esta importante revista y que seguiría realizando a lo largo de su vida profesional.
A mediados de la década de 1930, N.Rockwell ya era el ilustrador más famoso de los Estados Unidos y tras un viaje a Hollywood consolidó la relación entre sus obras y el arte cinematográfico . “El Cuarteto de la Barberia” (1936) es una obra que refleja vivamente esta sintonía con el séptimo arte.

“El Cuarteto de la barberia” 1936
Desde la seguridad de su hogar en Arlington, N.Rockwell siguió trabajando a un ritmo frenético con sus ilustraciones, mientras la Segunda Guerra Mundial se desarrollaba lejos. Hasta que finalmente los hechos le hicieron reflexionar y fue cuando ejecutó la Serie de “Las cuatro libertades” y diversas obras con un marcado patriotismo que dejaron huella en el conjunto de sus obras. Es el caso por ejemplo de obras como “Libertad de la necesidad” 1943 o su famosa ilustración “El artista del tatuaje” 1944 (imagen destacada).

“Libertad de la Necesidad” 1943
La fotografía fue sin duda el arma secreta para muchos ilustradores en su época, de hecho existen documentos que demuestran que N.Rockwell se servía de ella para sus obras. Su uso convirtió sus pinturas en mucho más detallistas y las dotó de encuadres más escénicos. Sin embargo, fue la fotografía en ese momento un arma de doble filo para la Ilustración, ya que a mediados de la década de los años 40 se empezó a utilizar sustituyendo la tradicional pintura, ya que la fotografía comenzaba a considerarse un medio más económico y fiel a la realidad.
No obstante, la fama de N. Rockwell no se vio alterada y su producción siguió a gran ritmo en la Posguerra. Sus obras en esta época reflejan la actividad frenética de la nueva Norteamérica , un país que bulle de actividad y ello queda plasmado en unas obras, cuya técnica es tan sofisticada y refinada que parece desperdiciarse al ser utilizada en obras de temática menos elevada.

“El fugitivo” 1958
Fue esta la época de mayor éxito para N.Rockwell, aunque paradójicamente y a nivel personal fue la mas marcada por problemas, aunque ello jamás traspasó a sus obras, y siguieron siendo sus inocentes y dulces “malos” niños los que continuaron protagonizando muchas de sus obras (El fugitivo 1958).
En el año 1960 publicó sus memorias, hecho que coincidió con la realización de una de sus obras más importantes “Triple autorretrato” (1960), una obra que resume y describe a la perfección al artista y su visión de sí mismo, un hombre que supo llevar su profesión a la altura de Arte, siempre con la mirada más amable y con un guiño irónico que el espectador supo comprender y amar.

“Triple autorretrato” 1960