SUZANNE VALADON, de musa a artista

Probablemente uno de los personajes más apasionantes del París de la Belle Epòque. Suzanne Valadon lo fue por muchas razones, por una vida de superviviente frente a adversidades, por haber vivido de primera mano la pasión y el genio de los artistas más grandes de una época fascinante, y por haber podido aprender y plasmar su propio talento en sus lienzos con esa pasión y coraje que la caracterizó.

Descubramos a esta gran mujer.

Quién fue Suzanne Valadon?

Nacida como Marie-Clémentine Valade (Bessines-sur-Gartempe, Haute-Vienne, 23 de septiembre de 1865 – París, 7 de abril 1938) fue la hija de la suiza Madeleine Valadon, sirvienta de costurera, aunque jamás llegó a conocer a su padre. A los cinco años se trasladó con su madre a París y allí estudiaría en un Convento hasta los 11.

A partir de ese momento comenzaría para Suzanne Valadon una vida intensa que no cesaría hasta su muerte.

Hasta los 16 años sus trabajos se fueron sucediendo: ayudante de molinero, vendedora de verduras, camarera, trabajando en una funeraria, y el que según ella mejores recuerdos le dejaría, el de trapecista en un circo, hasta que una fatal caída le alejó de este mundo.

Suzanne Valadon, la musa

Tras finalizar su carrera en el circo y una vez recuperada de su lesión, en 1880 conoció al artista Pierre Puvis de Chavanne (Francia 1824-1998) que sería el primero para el que Valadon posaría como modelo. Un hecho que daría, sin ella ser aún consciente, un giro a su emocionante vida.

Se iniciaba así su carrera como modelo, y a los 17 años estaba ya totalmente inmersa en los ambientes y la bohemia de Montmartre. Su belleza, juventud, y ese espíritu libre que la caracterizaba, la hacía tremendamente atractiva para artistas como Toulousse Lautrec, Pierre Auguste Renoir, Berthe Morisot, Amadeo Modigliani o el mismo Edgar Degas, que maravillados por su belleza, requerían sus servicios para posar en sus estudios. Así día tras día Suzanne Valadon se vio rodeada de un ambiente intelectual del cual se iba nutriendo.

Si os preguntáis porqué razón la llamaban Suzanne cuando en realidad su nombre era Marie, os diré que al parecer todos la llamaban así por hallarse siempre rodeada de “viejos” (la famosa historia de Susana y los viejos). Una joven de extrema belleza y gran personalidad, a la que todos deseaban y con la que algunos artistas llegaron a intimar. Renoir, Miguel Utrillo y el músico Eric Satie fueron algunos de sus muchos amantes conocidos.

Así pues Suzanne Valadon se convirtió en la protagonista de muchas de las obras más emblemáticas de la época.

“El siglo XIX fue el siglo en el que quedó plenamente establecida la moral, la legislación y la política burguesas. Ella tuvo la suerte, digamos, de pertenecer a una clase social inferior y probablemente eso fue lo que le permitió vivir su vida tal como quiso” 

 (Angeles Caso, 2012, ponencia “Arte y libertad, las mujeres de la Belle Èpoque).

A los 18 años tuvo al que sería su único hijo, Maurice. De padre desconocido, ya que Suzanne reconoció no tener muy claro quien pudo ser su padre, pero al que años más tarde reconoció como su hijo, un intimo amigo suyo, el artista barcelonés Miguel Utrillo, dándole al joven su apellido. El hijo de Suzanne Valadon años más tarde sería el reconocido pintor Maurice Utrillo.

Suzanne Valadon, de musa a reconocida artista

Su carácter decidido, ambicioso, rebelde y un tanto extravagante, la hizo interesarse por las técnicas pictóricas que durante varios años vio practicar a muchos artistas de gran talento. Poco a poco fue naciendo en ella una inquietud artística que guardaba para si misma, hasta que su amigo Toulouse-Lautrec, en un descuido, descubrió unos de sus dibujos y quedó asombrado del talento que poseía la joven modelo, algo que sorprendió a su circulo ya que para ellos nunca había pasado de ser una musa inspiradora.

Se inicia así su carrera como artista, interesada sobre todo en la realización de dibujos tratando de captar gestos y expresiones del cuerpo humano.

Pero no sería hasta la edad de 30 años que se dedicaría plenamente a su trabajo como artista. Ello fue posible gracias a su matrimonio con el banquero Paul Mousis que le aportó estabilidad económica. Una relación que duraría hasta sus 44 años (1909), momento en el que conoció al joven André Utter de 23 años y gran amigo de su hijo Maurice.

La relación con Utter duró más de veinte años, fue su amor, inspiración, así como marchante y apoyo incondicional para la artista, prácticamente durante toda su carrera como pintora.

La pintura de Suzanne reflejaba en todo momento su personalidad osada y moderna. Fue la primera mujer que se atrevió a pintar un torso masculino desnudo y de frente (Adán y Eva, al que le obligaron cubrir sus genitales si quería exponer la obra, un canto a la pasión que sentía por su nuevo amante). Con el inicio de esta nueva relación, que duraría 24 años, se abría una nueva etapa en la producción artística de Suzanne Valadon, la época más fructífera y determinante de la artista.

Sin embargo, los problemas de adicción al alcohol de su hijo Maurice Utrillo, hicieron que la artista diera un paso hacia atrás en su trayectoria artística, para dar más protagonismo a la carrera profesional de su hijo, apoyándole y quedando ella un tanto relegada, en especial entre los años 20 y 30.

La obra de Suzanne fue vibrante y colorida. Pinturas de bodegones, naturalezas muertas, retratos y desnudos masculinos y femeninos. Una pintora extremadamente perfeccionista, que no daba por terminada una obra hasta considerarla perfecta para ser expuesta.

Su producción fue muy extensa y se prolongó hasta su fallecimiento, a causa de un derrame cerebral a la edad de 72 años.

Su obra nunca ha gozado de la popularidad que se merecía. En los libros de Historia de Arte se menciona a su hijo Mauricio Utrillo, pero a ella apenas se le hace referencia, aunque sus obras figuran en algunos de los museos más importantes de mundo. De nuevo nos hallamos ante otra de esas mujeres silenciadas, una artista de un altísimo nivel que no ha gozado del reconocimiento merecido.

Desde este pequeño espacio, y fascinada por su vibrante obra y una personalidad apasionante, le rindo homenaje a esta gran artista.

Espero que al igual que a mi, la personalidad rebelde y las obras tan bellas de esta singular artista autodidacta, os hayan encantado.