
Las falsificaciones en el mundo del arte han existido desde tiempos inmemoriales. La historia está llena de casos de estafadores ingeniosos que han logrado engañar a coleccionistas, galerías e incluso a los más prestigiosos museos del mundo, con obras cuya falsedad difícilmente podía ser percibida, incluso por los mejores expertos.
Por ello, adentrarse en el mundo de las falsificaciones de arte, es un ámbito complicado que requiere conocimientos, dedicación y mucha rigurosidad.
FALSIFICACION O COPIA ?
El arte ha despertado interés en el hombre desde el inicio de la humanidad, es el reflejo de la capacidad creativa del ser humano, y de su voluntad de expresar ideas, sentimientos y el reflejo de momentos históricos a lo largo de los tiempos.
Antes de seguir con esta entrada, es justo diferenciar lo que en el mundo del arte se denomina como falsificación y lo que es una copia, ya que son dos conceptos distintos que pueden confundirnos.
La diferencia radica en el objetivo por el cual fue creada una obra de arte. Ese objetivo es el que la va a determinar que sea una falsificación o una copia, y ayudará a entender un poco más el ámbito en el que nos movemos.
La obra falsa ha sido creada con la intención de engañar y con la voluntad y el ánimo de conseguir un beneficio económico. Es un objeto fraudulento que pretende conseguir la ilusión de autenticidad en aquella persona que lo contempla.
Está totalmente fuera del marco legal y es un intento de usurpación de la identidad del artista que creó la obra original.
Sin embargo, la copia de una obra de arte es una reproducción que intenta ser fiel a la obra original, pero ejecutada sin intención fraudulenta ni con el ánimo de obtener beneficios económicos con ella.

De hecho en los museos ha habido siempre artistas autorizados a realizar copias de las obras expuestas, para aprender de los grandes maestros. Pero todos ellos están obligados, por los museos, a una normativa estricta que regula la ejecución de esas copias.
También se realizan copias o réplicas para Museos, entidades e incluso particulares, que no pretenden suplantar las originales, sino que su intención es acercar el arte al espectador, y que están totalmente controladas. Un ejemplo claro es el Taller de Réplicas en yeso de Berlín. Ir a la web
Antiguamente, la realización de copias era una práctica habitual en los talleres de los grandes artistas, como por ejemplo el de Roger van der Weyden (Bélgica 1399-1464) cuyos aprendices realizaban copias fieles a sus obras para aprender del Maestro, siendo en ocasiones las copias difíciles de distinguir de las originales por su magnifica ejecución.
No obstante, el tema de las copias de obras de arte es muy extenso y tiene muchos matices en los que no entraré aquí. Así pues, nos centraremos en las falsificaciones y lo que de ellas se deriva.

LOS FALSIFICADORES
La Historia está repleta de grandes falsificadores. Para muchos de ellos, la creación de una obra falsa no era tan sólo un intento de obtener grandes sumas de dinero, sino una forma de retarse poniendo a prueba su destreza y capacidad creativa.
Una forma de competir con los grandes artistas, demostrando su gran calidad, y en definitiva poniendo a prueba su ego, manipulando el Mercado del Arte para crear, con su talento y habilidades técnicas, imitaciones perfectas o bien obras nuevas que se suponían, sin duda alguna, que habían sido creadas por los artistas más afamados.


Uno de los casos más curiosos de falsificadores de arte, es el de Mark Landis (Estados Unidos, 1955).
Expuso durante casi 30 años obras suyas en museos de Estados Unidos. Adoptando una falsa identidad como filántropo, realizaba donaciones de sus copias a museos que las exponían como auténticas,
Jamás pudo ser juzgado porque nunca cobró por ellas, por lo tanto nunca cometió ningún crimen.
Landis tan sólo perseguía el reconocimiento, demostrando que era capaz de engañar con su destreza técnica.
Landis fue uno de los falsificadores más prolíficos, llegando a donar aproximadamente 100 obras a museos de 20 estados norteamericanos, finalmente fue desenmascarado.
El británico Eric Hebborn, otro de los grandes nombres del mundo de la falsificación, un vez descubierto y liberado del anonimato, se dedicó a ensalzar su talento en dos libros , y dijo:
“Es tan amoral como gratificante poder emparentar tu talento con el de Van Gogh”.

Otro caso interesante es el del holandés HANS MEEGEREN (1889-1947).
Hans ha sido considerado el mejor falsificador de todos los tiempos y sus copias del artista Johannes Vermeer fueron validadas como auténticas por los mejores críticos de la época, expuestas en grandes museos y compradas por los nazis.
Meegeren se enriqueció muchísimo con la venta de sus copias. Fue juzgado y se salvó de la pena de muerte siendo condenado a tan sólo un año de cárcel y la expropiación de todos sus bienes. Poco después murió, siendo aclamado por sus conciudadanos por haber engañado a los nazis.
«Mis obras fueron defendidas por críticos, así como por conocedores y el público, ¡durante siete años en un museo nacional! Sin mi confesión es posible que hubiesen pasado a la historia como auténticas», así se defendió Hans Meegeren en su juicio.
Su historia es muy interesante y merece la pena saber más de él.

CÓMO SE DETERMINA LA AUTENTICIDAD DE UNA OBRA?
Antes de emitir un juicio sobre la autenticidad o no de una obra, existe un proceso que en ocasiones puede ser complejo y prolongarse en el tiempo.
Este proceso, a grandes rasgos, puede definirse con los siguientes puntos:
- En primer lugar la obra debe ser aceptada a estudio por aquellos perítos entendidos en la materia. La obra puede ser de distinta índole, pictórica; grabado; escultura; etc.
- Análisis de la obra. Se deberán analizar dos aspectos fundamentales:
- Análisis de la documentación aportada (Certificados, facturas, historia del recorrido de la obra, anteriores propietarios, etc.). También se recurrirá a la información existente sobre el autor y su obra (Catálogos, estudios, ensayos, tesis, etc.)
- Análisis técnico y científico de la obra (soporte, pincelada, materiales, estilo, etc.). Actualmente existen muchos avances tecnológicos que ayudan a los expertos, como son análisis químicos, fotografía con infrarrojos, luz ultravioleta, escaneo espectral con rayos X, etc.
- Veredicto del análisis. Una vez analizada la obra en profundidad, los expertos se reunirán y emitirán un veredicto sobre la autoría de la obra. Si existe consenso y se determina que la obra es auténtica, se elabora un informe o certificado que así lo determina. En caso de ser falsa la obra puede ser devuelta o bien retenida y entregada a las autoridades.
Si queremos que la certificación expedida sea válida y tenga autoridad en el Mercado del Arte, siempre deberemos acudir a los expertos cualificados sobre el autor de esa obra, si lo desconocemos, deberemos ponernos en las manos de una persona cualificada para que inicie las gestiones en nuestro nombre.

LAS FALSIFICACIONES Y EL MERCADO DEL ARTE.
El Mercado del Arte mueve enormes cantidades de dinero. Se estima que en el 2024 las ventas globales de dicho Mercado fueron aproximadamente de 57,5 mil millones de dolares.
Las falsificaciones afectan la confianza de los inversores y coleccionistas, por lo que el impacto en el Mercado del Arte es enorme.
Se calcula que entre el 30% y el 50% de las obras artísticas que circulan actualmente en el mercado mundial, podrían ser falsas o bien mal atribuidas.
Ello supone que para, coleccionistas; inversores; museos; casas de subastas o galerías, deban invertirse sumas muy elevadas en autentificaciones de obras, litigios, seguros, etc.
La reputación de todos ellos puede verse dañada en caso de haberse demostrado que por sus manos han pasado obras falsas.
El miedo a adquirir una obra falsa, reduce la inversión en Arte, y aún siendo grandes los avances técnicos de los últimos tiempos, y existiendo grandes expertos para verificar la autenticidad de las obras, lo cierto es que las falsificaciones siguen apareciendo y afectando el Mercado del Arte y desafiando cada vez más a los expertos.
Esperemos que los avances y medidas clave que parece se están implementando, ayuden a garantizar una mayor seguridad tanto para los que exponen o venden obras de arte, como para los que invierten en ellas, o simplemente gozan con adquirirlas y contemplarlas.
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