Hoy hablaremos de otra de esas grandes mujeres cuya huella debería haber trascendido hasta nuestros días de una forma mucho más profunda, Marie Bracquemond.
Sin embargo, su paso a través del mundo del Arte se vio interrumpido cuando su pintura se elevaba a las cimas más altas de la excelencia
LO QUE EL IMPRESIONISMO DEBE A LAS MUJERES
El Impresionismo supuso una ruptura con los cánones asentados y preestablecidos en la pintura, una nueva forma de expresar la realidad de manera más subjetiva, personal y espontánea.
Supuso una nueva vía de expresión para muchos artistas, que vieron en el Impresionismo la forma de huir de un arte estancado y encorsetado. El Impresionismo, casi de manera inconsciente, les abrió la posibilidad de manifestar sus espíritus más libres.
Hombres y mujeres adoptaron las nuevas formas artísticas y el Impresionismo irrumpió en salones, galerías y ambientes bohemios, hasta extenderse de forma Universal.
No voy a nombrar a los hombres que ensalzaron el nuevo Arte, pero sí lo haré con las mujeres que se sumaron a él. El nombre de algunas de ellas sigue presente todavía en nuestra memoria como lo son Berthe Morisot (Francia, 1841-1895), Mary Cassatt (Estados Unidos, 1844-1926) o Eva Gonzalès (Francia, 1849-1883), probablemente las más conocidas.
Sin embargo, hubo otras artistas tan brillantes como ellas que quedaron olvidadas, relegadas o que vieron sus carreras interrumpidas, y a las que el Impresionismo les debe el protagonismo que se merecen rescatándolas del olvido.
La lista sería interminable, pero quiero dejar aquí otros nombres que merecen ser tenidos en cuenta, Louise Catherine Breslau (Alemania, 1856-1927), Cecilia Beaux (Estados Unidos 1855-1942), Lilla Cabot Perry (Estados Unidos, 1848-1933), Elin Danielson-Gambogi (Finlandia 1861-1919) y Marie Bracquemond (Francia, 1840-1916).
MARIE BRACQUEMOND, el ACADEMICISMO
Marie Anne Caroline Quiveron, nació en 1840 en una pequeña localidad de la Bretaña Francesa.
Nacida en el seno de una familia humilde, que por el trabajo de su padrastro se vio obligada a trasladarse constantemente de población.
El entorno familiar de Marie no fue intelectual, sin embargo, desde pequeña manifestó su interés por la pintura, aún cuando no disponía apenas de materiales para poder desarrollar su inquietud.
A pesar de las dificultades económicas de la familia, en 1849 Marie, junto a su hermana empezaron a recibir clases de pintura con un pintor local, M. Auguste Vasser.
A los 16 años ya empezaba a despuntar su talento y un amigo de la familia le habló de ella al célebre pintor Jean Auguste Dominique Ingres. Una de las características de la pintura de Ingres era la preponderancia del dibujo sobre el color, una característica típica del Neoclasicismo.
Marie tuvo ocasión de formarse con Ingres en el dibujo académico, no obstante, y en palabras de Berthe Morisot, Ingres era un artista que “dudaba del coraje y perseverancia de las mujeres en la pintura, imponiéndoles límites y encasillándolas en temas de flores, bodegones, o escenas propias de su sexo“.
Con el tiempo, Marie Bracquemond se apartó del estilo y la influencia de Ingres manifestando:
“No quiero pintar flores. Quiero trabajar en la pintura y expresar aquellos sentimientos que el arte me inspira”
MARIE BRAQUEMOND, El IMPRESIONISMO
En 1866, por indicaciones de Ingres, Marie se encontraba realizando copias de obras del Louvre, cuando conoció al artista Félix Bracquemond, un grabador y ceramista ferviente defensor de las prácticas artísticas tradicionales.
Dos años más tarde, pese a la oposición de su madre, contrajeron matrimonio, y el 1870 tendrían al que iba a ser su único hijo Pierre Bracquemond, al que le debemos el haber escrito una biografía inédita “La Vie de Félix y Marie Braquemond”, gracias a la cuál conocemos mejor la vida de su madre.
La unión con Félix la acercó a los círculos artísticos más vanguardistas de Paris, y gracias a él conocería a Degas, Monet, Sisley, Manet ó Pisarro, que supieron ver el talento de Marie y la animaron a pintar “a plein air“, algo poco habitual en la época y mucho menos en una mujer.
Poco a poco Marie Bracquemond fue integrándose en el ambiente de artistas y críticos más destacados. Su primera gran Exposición fue en 1878 (La Exposición Universal) con su serie “Las musas del Arte”, obra que le valió los elogios de Edgar Degas, siendo invitada a participar en la 4a. Exposición Impresionista al siguiente año.
Su estilo empezó a cambiar, abandonando los principios academicistas, y fue adoptando los criterios propios del Impresionismo, entre ellos la pintura al aire libre (a plein air).
La Luz, el color y la pincelada libre, centrarían sus cuadros. Pintores como Paul Gauguin, Edgar Degas y Claude Monet alababan sus obras, al mismo tiempo que Marie Bracquemond sucumbía al estilo de los Impresionistas, expresándolo con estas palabras:
“Nadie ha llegado nunca a un poder de análisis de los valores tonales tan intenso y dulce al mismo tiempo […] No puedo explicar hasta qué punto Monet me emociona, produce en mí sensaciones que me hacen feliz y que no hubiera descubierto por mí misma. Me abre los ojos y me hace ver mejor.» (Marie Bracquemond)
En 1880, Marie Bracquemond se presentó a la 5a. Exposición Impresionista con el cuadro “La Dama de Blanco”, una obra que cautivó a los artistas por su gran maestría en el uso del color blanco, reflejando todas las tonalidades de los colores que lo rodeaban, un recurso muy utilizado por los Impresionistas.
Esta obra, sería considerada su primer cuadro ejecutado “a plain air”, su talento quedaba demostrado y la adopción del Impresionismo ya era una realidad.
En la misma Exposición presentaría también la obra “En la terraza de Sévres”, una obra plenamente Impresionista en la que de nuevo el color blanco y la luz son protagonistas junto con una pincelada libre y gestual.
LA RENDICIÓN DE MARIE BRACQUEMOND
Poco a poco, su marido Felix Bracquemond fue viendo como Marie se apartaba de los principios academicistas que él admiraba. Si en un principio había sido su principal admirador y el que más la animó a que se volcara en la pintura, con el tiempo comprendió que su implicación con el estilo Impresionista y su gusto por la pintura “a plein air” iban a alejarla del hogar.
La admiración de Felix Bracquemond por la obra de Marie cambió, y sus comentarios pasaron a tener un espíritu muy crítico, lo cuál desalentaba constantemente a la artista.
Las discusiones del matrimonio hicieron que finalmente Marie decidiera pintar desde el interior de su hogar, vistas de su jardín o simplemente escenas de interiores, hasta que finalmente en 1890 dejó los pinceles y abandonó su carrera tan prometedora por el bien de la convivencia familiar.
Curiosamente, el éxito de la carrera artística de su esposo fue creciendo mientras que la de ella quedaba relegada al silencio y al margen de la vida artística y de las exposiciones.
De nuevo la vida de una artista con talento y mucho futuro se vio interrumpida por los condicionantes sociales de la época.
En la actualidad apenas es conocida y lamentablemente pocos son los Museos que exhiben obras de Marie Bracquemond.
Por suerte el testimonio de su hijo Pierre ha servido para darnos a conocer a esta gran artista cuya carrera, lamentablemente, se vio sesgada por la insistencia de su esposo.
Otra de esas grandes artistas a la que rendimos culto y añadimos a nuestra sección de Mujeres Silenciadas.
Deja una respuesta